En 2007, Miami Dolphins y New York Giants llegaron a la capital inglesa para disputar el único juego de la temporada que se desarrollaría fuera de territorio estadounidense. La gran cantidad de lluvia caída en los días previos atentó contra el espectáculo y el partido finalizó con un pobre 13 a 10 a favor del conjunto que meses más tarde se coronaría como el mejor de la liga.

Los corredores Deuce McAllister y Mike Kearney aportaron una anotación cada uno y se combinaron para 59 yardas por tierra (55 de ellas correspondientes a McAllister). Los receptores Lance Moore, Devery Henderson y Mark Campbell también aportaron una conquista a la causa de los Saints.
Por el lado de los Chargers, vale remarcar el esfuerzo de la segunda mitad, en donde se encontraban abajo en el marcador por 17 puntos en el inicio del último cuarto y lograron poner en peligro la victoria de New Orleans.

Philip Rivers lanzó para 3 anotaciones (Antonio Gates, Vincente Jackson y, cuando no, LaDainian Tomlimson) y 1 intercepción (cortesía del defensivo de los Saints, Jonathan Vilma).
Gates sacó la cara por San Diego, totalizando 6 recepciones para 96 yardas. Tomlinson fue el más buscado con 19 acarreos para 105 yardas por tierra. También vale destacar el trabajo del pateador de los Chargers, Nate Kaeding que anotó sus 3 intentos de gol de campo y sus 3 puntos extra para sumar 12 puntos.
San Diego con esta derrota pasa a tener un record de 3 victorias y 5 derrotas, serie que deberá mejorar ostensiblemente si quiere mantener las aspiraciones de realizar una gran campaña como la del año último.

Londres volvió a vibrar con la fiesta de la NFL. Tuvieron que esperar casi un año los fanáticos ingleses del football americano para volver a ver en acción a sus estrellas y para que el espectáculo de los seguidores fuera del terreno de juego se viera reflejado dentro de la cancha.
Hasta la próxima, Wembley…
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